En noviembre en Sevilla hay varias citas ineludibles: Don Juan Tenorio, el cementerio y la Feria del Libro Antiguo y de ocasión. Libros de lance, de saldo, de segunda mano … Como librera curtida he pasado por todas las ferias posibles: especializadas, del libro alternativo, de editoriales independientes… pero puedo decir que ninguna tiene el sabor de esta. Libros agotados e inencontrables, comics de la infancia (Don Mickey, DDT – ¿en serio se le puede poner a un tebeo dicloro difenil tricloroetano?-), fotos antiguas de Sevilla y láminas victorianas. Y el olor de las hojas caídas en la Plaza Nueva, porque siempre llueve. Alguien me dijo alguna vez que, en tiempos de sequía, más eficaz que sacar en rogativa a la Virgen de los Reyes era montar una feria del libro en otoño. Diluvio asegurado.
Hace 44 años, en un 1977 de grandes cambios políticos y sociales, el gremio de libreros catalanes ¨exportó¨ a Sevilla su idea de una gran feria anual, atractiva para comercios de toda España. Aunque en nuestra ciudad el buen clima, la sociabilidad y la Cruzcampo no favorezcan precisamente la lectura, alguno de aquellos pioneros fundadores, como Rosa Sardá (la librera barcelonesa, no la actriz) ha seguido viniendo de forma ininterrumpida durante todos estos años.
A pesar de lo que pueda parecer en estos tiempos de pantallas, vivimos una edad de oro de las librerías. Entre las de lance, las nuevas como Re-Read, Rola o la preciosa Boteros, se suman a las clasíquísimas Los Terceros o Baena, en la calle Feria, donde mi padre de joven intercambiaba las novelitas del oeste de Marcial Lafuente Estefanía.
En una de las última entrada de este blog hablábamos de la capillita de San Onofre y de la Plaza Nueva como sitio de paso. Hasta el 8 de diciembre tienes la oportunidad de pararte en la plaza a echarle un vistazo a tu pasado (los tebeos de Esther y su insoportable Juanito), tu presente (libros de cocina vegana o de yoga en 10 lecciones) o tu futuro (cartas del tarot o calendarios de 2022); como el fantasma del cuento de Navidad de Dickens, que, seguramente, también ande por ahí entre los volúmenes apilados. Mucha vida, en cualquier caso, entre las páginas viejas, con el rumor de las hojas secas y el olor de las castañas asadas de fondo.